domingo, septiembre 25, 2011

Cartas a Gregorio (Parte 4 de 6)

No necesito decirte que aquello me dejo sin sueño las horas y días siguientes, aún me siento afectado por el hecho, tan pronto recuperé la conciencia que me quedo enganchada en el sueño, comencé a elucubrar infinidad de tesis para explicarme tal suceso, la más factible de ellas corresponde al hecho que los medicamentos recién intercambiados y el tan inusitado sueño, me produjeron una especie de sonambulismo adusto e interfecto, que todo aquello fue obra traidora y aterida de mis sueños o una simple alucinación producida por la sobrecarga nocturna de alimento. Sabrás que incluso al día siguiente indagué estúpidamente con los vecinos alguna evidencia del fenómeno. Pero obviamente nadie supo del hecho y cuando preguntaba me miraban con extrañeza e intriga.

Es estúpido que te cuente esto, para un ingeniero agrónomo como yo, estas cosas no deberían de provocar ningún desasosiego, sin embargo te lo cuento porque sepas en parte como es el infierno al que me arrojaste desde tu partida y como me tiene tan asolado el momento ansioso de tu reencuentro.

Ojalá y ésta vez si me respondas, unas pocas de tus palabras me harían tanto bien y me devolverían alma al cuerpo. Te suplico Gregorio que te compadezcas de mí y de lo que te quiero. Te escribiré la próxima semana sin falta como lo he venido haciendo.

Te amo.

Siempre tuyo inexorable y dolientemente.

Adrián M. F.

P.D. Si me escribes, te prometo olvidarme de toda ésta superchería y el doliente acento de mis cartas.

-o-

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