Por Yara de Mort.
Texto inspirado en una
pintura, sin título, de Donka Nucheva Ellectra.
ELEKTRA
AQUÍ TODAS SOMOS IGUALES.
¡QUÍTATE, PERRA! ¡¿QUÉ TE CREES?! ¡ESTE ES MI LUGAR! NO VOY A DECIRTE LO QUE TIENES QUE HACER PERO DEJA DE JODERME Y BÓRRATE.
ESTOY HASTA LA MADRE DEL RINCÓN QUE ME DEJARON DONDE NUNCA PESCO NADA. A MÍ
ME VALE UN PITO LO QUE AGARRES O SUELTES, YO SIEMPRE HE ESTADO AQUÍ Y VAS Y
CHINGAS A TU MADRE CON TU RINCÓN. Elektra no necesitó vociferar para mostrarle
a su madre quién era quién. Ella y Orestes supieron muy bien lo que era el derecho
paterno. Porque el amor al padre siempre es más fuerte que el que se da a la
madre. Las Erinas se equivocaban, estaban muy brutas por defender emperradamente
a Clitemnestra. Mira que la que es puta es puta, y tiene garras también, y
jadea, y se sabe mover en todas partes.
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NO HE
TENIDO MÁS QUE TRES CLIENTES EN TODO EL DÍA. TRES PINCHES MUGROSOS BORRACHOS.
DÉJAME POR FAVOR QUE ME QUEDE AQUÍ. A Sasha le da igual lo que a la otra le
apure. Ella tiene sus propias broncas y no se anda por las ramas por un
chiflido al corazón; además más vale la puta que te parió que por el amor de
Dios. La otra escupe su chicle en el asfalto, se da media vuelta muy francamente
encabronada y se retira con lo poco que le queda de dignidad. HIJA DE PERRA,
PERO ME LAS VA A PAGAR; PINCHE GÜILA MAMONA… Pero Clitemnestra no amaba a nadie…,
ni siquiera a Egisto; la adúltera nada más lo uso para chingarse al Agamenón.
Afortunadamente
para la agredida la venganza llega pronto. Un par de chotas han pasado a atorar
a la Sasha mientras la otra, a salvo, contemplaba y se burlaba desde su esquina
oscura. SEGURO LE QUITARON TODO. ¡JA! ESO TE PASA POR PUTIZORRA. ¿Cómo le daría
Elektra la noticia a Orestes?, ¿en qué oscuro callejón quedarían atrapados los
hermanos ante la ofensa al padre? El padre es sagrado, el padre es sagrado… la
madre no puede faltar al padre. La puta contempla gozosa los billetes escasos
que ha obtenido de los tres borrachos mugrosos que, consecutivamente, han
solicitado sus servicios de las 9 a las 11 de la noche. De ahí en fuera no ha
habido nada. Toda la tarde y nada. La mitad de la madrugada y nada. Dependiendo
del sapo es la pedrada, pero estos sapos estaban muy pinches; eran sapos —no
vacas—, sapos flacos.
—Hermano,
el honor de nuestra sangre es injuriado. Nuestro padre muerto está por nuestra
madre y su amante. ¡No podemos permitir que la sangre sagrada de nuestro amado padre
quede sin venganza!— Elektra camina seductora hasta la acera para reírse mejor
de la vencida. Un Ferrari al costado le detiene el paso. Ella sonríe, siempre
lasciva, siempre carrasposa. Se toca las nalgas excitada, sabe que este puede
ser El cliente del día. ¿CÓMO ME VES, MI AMOR, JUGAMOS UN RATITO? El tipo del
coche, calvo y sesentón pero con ropa fina, le abre la puerta. ¡YO SABÍA QUE
ESTA ERA MI NOCHE! Voltea victoriosa a sonreírle a la Sasha ceñuda. BUENAS
NOCHES, MI REY. ¿A DÓNDE ME VAS A LLEVAR? AL
CIELO, CHIQUITA. TE VOY A DAR LO QUE TE GUSTA… Y DIME SEÑOR JUEZ, PUTITA, QUE
PARA ESO SIRVO A LA NACIÓN. ¡AY!, MI SEÑOR JUEZ, YO TAMBIÉN LE VOY A DAR LO
QUE USTED QUIERA. Elektra le sobaba la calva pulcra al juez.
Los tórtolos
cruzaron la avenida de extremo a extremo. Elektra no pudo ocultar su desilusión
cuando aparcaron el auto en un hotelito
pinchurriento y pasaron a una habitación sin identificarse previamente en la
recepción. ¡QUÍTATE ESA FALDA DE PUTA Y LOS CALZONES!, ordenó el señor magistrado.
La aludida obedeció ya sin coqueteos y sin preguntar nada. ¡ÍNCATE SOBRE LA
CAMA!, vociferó otra vez el patrón. La güila se puso sobre cuatro patas. El juez
quiso penetrarla frenético, pero la cosa amorfa, flácida, no le respondió; luego cogió la corbata y estranguló a la puta. SABÍA QUE
NO ERA UN BUEN DÍA, pensaba ella mientras sentía el peso grasoso del calvo. Las
erinas argumentaron en el juicio sumario que si bien el padre es sagrado, es más
sagrada la madre. Uno no puede estar completamente seguro de quién es su padre,
uno no mira cómo lo engendran, no verifica su origen; en cambio, no se duda de
la madre. De la madre nace uno sin discusión alguna. La madre es más sagrada
que el padre. El derecho materno domina sobre el paterno. Si Elektra entonces
fue absuelta, pues los dioses se dejaron llevar por el amor a Agamenón, ahora
estaba perdida, irremisiblemente muerta bajo el peso grasiento y calvo de la justicia.
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